domingo, 3 de enero de 2010

Sesión 2-Geografía del Cuerpo

Hemos desarrollado la segunda sesión de las 3 que conformaran este taller del cuerpo. La primera cierto es que me ha traído bastante reflexión personal y no tengo mucho ánimo en estos días para seguir cuestionándome, cosas, que en este momento percibo de una manera negativa y condicionada, por las fechas que se avecinan, y sobre todo porque para mantener un diálogo con uno mismo, buscar en su interior y sobre todo llegar a plantear nuevos objetivos vitales es preciso, o al menos yo lo necesito, encontrar el momento adecuado.

En esta segunda sesión, se nos pidió que hiciéramos uso de papel continuo. Yo no lo tenía en clase, asique me puse a escribir esta entrada con el fin de poder acabarla. No fue así. Posteriormente, Ele de la que ya os he hablado, me ayudo a pintar mi silueta y después aborde el trabajo en mi cuarto con sumo cuidado.

De hecho tuve presente algunas cosas. Recordé la música que había registrado en el Spotify, un servidor de música on line dónde puedes encontrar música para cualquier momento, de cualquier autor y sobre todo con una grandísima rapidez. Si estáis interesados hay un enlace de registro gratuito en el panel derecho del blog, inclusive pinchando sobre la imagen podéis descargar el ejecutable.

El caso es que antes de empezar a trabajar, retire la mesa de la impresora, deje toda mi alfombra limpia de cualquier objeto, desparrame mis ceras por todos los lados y acondicione el cuarto de la siguiente manera.

Con música relajante de ambiente, en este caso elegí para la ocasión Music themes, Romeo and Juliet, relaxing songs. Y por supuesto me puse para empezar la canción de Memory. Es una canción que me emociona hasta tal punto que sabía conseguiría extrapolar cualquier pensamiento que en ese momento no tuviera cabida.

Siguiendo mis tradiciones de trabajo colgué un cartel en la puerta que decía; no entréis estoy estudiando, dirigido a todos los habitantes de mi casa, porque sí, somos muchos y el abrir y cerrar puertas, el escuchar las distintas televisiones, ruidos de fondo, el sonido del teléfono o los pasos por el pasillo son ruidos propios de mi casa, sin ellos estoy segura que me sentiría como una extraña.

La música tenía el volumen perfecto, cogí mis velas, y mi quemador. Elegí para el momento un aceite de albaricoque, que no huele a albaricoque, me lo compre en los chinos por 60 céntimos pero es un olor que me relaja un montón, un olor que con olerlo una vez recuerda a mí…es característico cuanto menos porque es un efecto que también se extrapola a quién lo huele, es un olor que me define, no sé cómo explicarlo. Y utilice también una vela de fresa y otra de papaya recién estrenadas en el Ikea.

Con mi cuarto acondicionado, la cortina abierta y todo en perfecto estado para empezar a trabajar, comencé a dibujar trazos. No sé muy bien por qué sucedió así pero comencé por pintar el estómago…todo el estrés, la ansiedad y todos mis males parecen que tienen su núcleo en mi estómago, una úlcera que machaca todas mis fuerzas y que me ha hecho pasar momentos realmente malos.

A continuación enfatice la curva de mi pecho, hay veces que me tira mucho la piel y me siento incómoda conmigo misma, sin embargo, lo que de pequeña suponía un gran complejo ahora podría decir que supone para mí un arma de sensualidad. Me gusta mi escote, pero no abuso de él, quizá por eso pinté unas líneas finas sobre él…quién sabe. Realmente me deje llevar a la hora de rellenar.

Mi siguiente trazo se dirigió a los hombros, me duelen muchísimo cuando estoy horas y horas sentadas, también se que se debe a que cargo con miles de cosas a la universidad cada día y no me beneficia en absoluto ir tan cargada, menos mal que tengo a mi madre que cubre el expediente y me trae y me lleva en coche cada vez que puede.

Mis ojos, no podía dejarlos pasar, en realidad, y sin que sirva como una muestra ególatra porque no lo considero, creo que tengo un rostro cuanto menos armónico y de echo saco mucho partido de él. Cuando me maquillo hago mucha incidencia en mis ojos, adoro en verdad mis ojos, es una de las cosas de las que me siento orgullosa junto con mi pelo. Quizá por eso cuando pintaba los ojos, me fui directamente al pelo, cogí una cera y empecé a marcarlo.

Estaba quedando un tanto especial el trabajo pero en realidad me encantaba el resultado y a día de hoy lo tengo tras la puerta del cuarto sujeto con celo….y cada vez que cierro la puerta y lo veo pienso…. ¿será posible? Porqué siento reflejado mi malestar de los últimos meses en él.

Las manos decidí pintarlas de color verde, es el color de la esperanza y aunque pueda sonar de locos, es algo hecho a propósito. El verde es el color de la herramienta, lo queramos o no son nuestra más precisa herramienta de trabajo....supongo que el verde representa la posibilidad de alcanzar los sueños y hacer nuestras esperanzas y objetivos realidad.

Finalmente marqué el contorno de las piernas porque suelen dolerme mucho, nada raro para una persona que no para quieta, va andando a todos los lados y siempre corretea por los pasillos con un millón de cosas que hacer. Los pies también quise pintarlos puesto que llevo tacones un día sí y otro también y hay días en los que me acuerdo mucho de la valentía que tengo al ponérmelos.

No obstante, si pintaba los pies también quería pintar mis heridas de guerra. Esas cicatrices por las que todo el mundo pregunta y siempre reciben la misma contestación, - Sí, es que de pequeña era una niña muy buena.

En realidad en la pierna izquierda solo tengo la anécdota de una niña muy pequeña, de unos…7 años. Esta no tuvo nada más que la idea de practicar el pino en el baño y cuando fue a usar de apoyo el lavamanos el mármol se partió y calló sobre su pierna. Unos 10 puntos de sutura que me dio mi vecina, y la conciencia de que la educación física no debía practicarse en el baño. Me resulta demasiado lejano para recordar la anécdota a la perfección pero sin duda mi madre es la mejor narradora del mundo, menos mal que cambio el susto por el sarcasmo. Cosas de niñas ya se sabe.

La otra, la he profundizado más, la he marcado y creo que pintándola he evocado lo mal que lo pase durante lo que para mí, a mis 9 años más o menos, supusieron meses….meses de reposo, de no poder andar y no poder hacer nada. No recuerdo a que dedicaba el tiempo que tenía pero desde luego estar en casa era aburrido, sobre todo pudiendo estar en el colegio.

En verdad fue un accidente, pero mi pierna se abrió en dos, una de las imágenes que no se me olvidaran era ver como mi madre me envolvía la toalla en la pierna y tranquilamente le decía a mi padre:- Fernando, al hospital creo que se ha liado buena.

Imprudencias de una niña, salte por encima de una mesa, y sin querer fui a meter la pierna en medio, con tal mala suerte que el cristal quebró en dos y cayó encima de mi pierna, un corte tan limpio que dejo al aire el hueso y manchó todo de sangre. Por cierto, mis huesos también son blancos….y digo esto porque de pequeña siempre me pregunté si serían amarillos como los de Horacio el esqueleto del laboratorio o blancos.

Creo que no se me pasa ningún detalle, mis velas se han consumido por completo y se me ha pasado el tiempo volando, entre pintar y escribiros esto he perdido la noción del tiempo y también he perdido la conciencia de lo que pasaba a mi alrededor. Y me siento bien la verdad.

El resultado final os lo adjunto a continuación. Valorad vosotros mismos. ¡Hasta pronto! En unos días os contaré como se desarrolla el punto y final de la actividad.




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